Todos
los oficios estan emparentados con la publicidad
Yo estuve directamente emparentado con la publicidad, por el dibujo, claro,
pero todos los oficios están emparentados con la publicidad, porque
siempre el ser humano ha tenido que pregonar algo, artísticamente, religiosamente,
económicamente o de la manera que fuere.
El llamado de atención siempre fue un llamado de atención de
la obra del hombre, para que los demás lo vieran. Ahí empezó el
natural y libre comercio; luego fue el primer acto de una democracia absolutamente
natural y libre comercio; luego fue el primer acto de una democracia absolutamente
natural.
Todos somos publicistas. Porque no se puede evitar, cuando uno está con
una mujer que te guste o que recién conoces, le coqueteas con tus mejores
armas. Eso no deja de ser publicidad. Vas a hablar de los autores que sabes
que le van a impactar, vas a repetir un verso que estás seguro que le
va a impactar, le vas a invitar a tomar un café a un lugar que estas
seguro que le va a gustar, y le vas a hablar de una película de Fellini
porque sabes que le gusta Fellini. Y eso es nada más que publicitarse
a sí mismo.
En todos los elementos está la publicidad. En la misma creación.
La misma luz, es un llamado de atención absoluta, para que tengamos
en cuenta las maravillas que ha puesto Dios para nosotros. El mismo sol es
un acto de la más alta publicidad. Todo lo que no se canta, lo que no
se muestra a través de la luz o de la belleza, no es visible, y si no
es visible, no esta vivo; entonces, no puede compartir nada con nadie.
Por supuesto que hay bueno y hay malo. Hay la publicidad que pregona algo que
no vale la pena y la publicidad que se puede pregonar hasta la salvación
del espíritu, o de la compra de un producto que va a ser la felicidad
del cuerpo, que es parte de la maravilla, la mitad del cuento divino, claro.
El mexicano grita desenfadado su cosa,
desde la coca cola hasta una pulqueria
Es muy curioso, pero los carteles que he visto en la calle, más grandes,
seguramente los he visto en México; también me llama la atención
la generosidad del color, y eso quizá se deba a una influencia que todavía
se tiene del sabio precolombino. La gran libertad de usar los colores como
fuere. El descaro del tamaño de la publicidad es algo que está lleno
de vida, pues yo no creo en la medida. Creo en la medida, si es la medida que
rige una civilización inteligente, pero en la medida del cobarde no
me interesa, es como creer en la castidad de la tonta. Bajo ningún punto
de vista. O creer en la bondad del hombre que está preso y porque está encadenado
no puede hacer ningún mal. No, en plena libertad, quisiera verlo eso.
El tamaño de la generosidad. El mexicano grita su cosa, desde la Coca
Cola hasta una pulquería, de una manera así, totalmente desenfadada.
Y es bueno. Precisamente por desenfadado Van Gogh con su propio amor incendió el
paisaje. Después pintaba su reflejo. Por eso vemos de Van Gogh lo que
vemos, porque el paisaje no es nada más que el reflejo de sí mismo; él,
incendiando lo que tenía fuera de él.
Con esto pasa algo parecido. La alegría. Si la publicidad nos pregona
primero que nada, algo positivo. No puede ser a través de ningún
elemento que no sea la alegría, el desenfado, de un bendito desenfado.
Alzar la voz es un acto de desenfado. Propagar, es un acto de desenfado. Es
una liberación. Y ese tiene que ser a todo color, por supuesto, y a
todo tamaño.
El mejor acto de publicidad, el más interesante, digamos el menos personal
la publicidad no puede ser personal, bajo ningún punto de vista, claro,
es, estoy hablando a nivel ya de profesional, no de la publicidad natural que
tiene la vida en sí. Lo más bello que conocí fue un señor
francés, con el que anduve unos meses por América, que llevaba
tizas de colores y pintaba bellísimas cosas en las paredes de las oficinas
y en las fábricas. Por ejemplo “Que hacéis dentro de esas
fábricas, si el sol está aquí, afuera”. Y en las
oficinas ponían carteles que decían: “No esperéis,
si estás esperando en vano, porque los principales azules son hijos
de la alegría, y la alegría jamás entra en las oficinas”.
Creo que fue la publicidad más grande de la fé, de la libertad,
que yo conocí en mi vida. Y lo hacía simplemente por una necesidad:
de que todo mundo se liberara. Entonces un día le dije que él
era una buena gente, que le interesa que todo mundo se libere. Y me dijo: “Yo
lo hago por buen tipo, y es que a mí no me conviene que sean esclavos.
En cuanto más esclavos hay, yo tengo menos amigos con los que compartir
mi libertad”. El mejor negocio era que todos cambiaran para que tuvieran
con quien compartir sus cosas. Fíjate que buena actitud.
Ferviente admirador de la publicidad
americana
Yo soy un ferviente admirador de la publicidad y de muchísimas cosas
americanas, hasta te diría: sí sé que Estados Unidos es
un país, y es otra la moral, y a veces de una belleza terrible, o de
una dudosa ética, ¿no?, pero dentro del país hasta el
sistema en sí me atrae muchísimo. Porque hay un tremendo respeto
al creador. Al individuo. Porque saben que a partir del individuo, hay sociedad.
La sociedad empieza de uno hacia adelante, no hace la sociedad al individuo,
sino el individuo a la sociedad. La publicidad más inteligente que he
visto es sin ninguna duda la publicidad japonesa. Hablando de miniminorías.
Pero hablando en el promedio masivo, sin duda alguna la americana.
Yo he comprado discos simplemente porque los han publicitado en una portada
que lo menos que podía hacer era comprarlos; que más que
escuchar al cantante era un aplauso al que había ideado la portada.
La primera vez que ví a Bob Dylan, cuando todavía no era un hombre
tan famoso como es hoy, fue porque me atrajo una portada de un long play. Yo
escuché a Joan Báez, la primera vez, por una portada de un long
play. Y te aseguro que siempre fueron las portadas, más interesantes que
todo lo que había dentro del long play, con todo el respeto que les tengo.
Escuché a Leo Ferrer por una portada de long play…
Cambio de lee a levis por la publicidad
Yo no conocía, no sabía que existían los Levis. Toda la
vida había usado pantalones Lee. Y compré Levis atraído
totalmente por una publicidad de la que yo me sentía totalmente cómplice.
Yo sentía que cada vez que hacían un aviso, estaban publicitando
a Cabral, no a Levis. Porque tenían la misma filosofía ante la
vida, que uno puede tener.
Y así con todas las cosas. Por ejemplo: nunca he visto una publicidad
más asombrosa de automóviles que la que hacen en Estados Unidos.
Bajo ningún punto de vista. Si hubiese sido rico, hubiera comprado un
auto por semana, totalmente empujado por la publicidad.
Cuando la publicidad te crea la necesidad de algo mejor, es sensacional. Cuando
la publicidad me convence que hay un automóvil que es mejor que el mío
por un montón de razones, o por lo menos para mí, es sensacional,
porque de pronto puede ser un consejero, porque está metido en el problema
que uno no está ocupado porque tiene otras tareas, y me va a marcar qué es
lo que a mí me conviene. Estoy hablando de la publicidad muy bien dirigida.
Y en Estados Unidos es muy fácil encontrarla: material fotográfico
deslumbrante, dibujantes deslumbrantes, modelos deslumbrantes, ideas deslumbrantes,
para una sociedad que… mal o bien eso queda a criterio del que vea tu revista
quizás sea la gran experiencia humana del siglo veinte.
Creo que si uno lleva la cifra, se multiplica la cifra hasta el lugar más
inconcebible. Sí a eso le agrega el delirio, el bello delirio del creador,
aceptar la bendita semejanza a todo nivel, desde la publicidad al espíritu,
si yo junto todo eso, quizás haga los Estados Unidos del siglo veinte.
Sin ninguna duda. Con todo lo que esto traiga de enojo para la gente que cree
que el gringo es nada más que un explotador; el gringo es un creador,
y ningún creador puede evitar ser injusto, por la propia velocidad con
que vive. Para mí es injusto un señor que pasa con el Lincoln Continental
porque yo voy en un Volkswagen. Pero la culpa no es de él, sino de que
yo voy más lento en la evolución natural en la vida. El no tiene
la culpa, sino que yo me he quedado atrás. Y esto me recuerda una anécdota:
una vez me dijo un periodista en Venezuela que yo hablaba como desde una montaña;
y le dije que no era así lo que sucedía era que cada vez que yo
abría la boca, él se tiraba a la alcantarilla. No es culpa mía,
es culpa tuya. Yo no estoy viviendo una buena vida simplemente para ofenderte,
sino para provocarte a que te subas conmigo. Y va a ser una sociedad mejor. Incluso
para mí será un buen negocio, como lo era para mi amigo, que los
demás consuman lo que sea mejor, para tener más cómplices
de lo mejor.
Jesus, un gran publicista
La evolución te exije el cambio permanente. La vida es un cambio permanente.
Sí uno no respeta la evolución, no respeta la vida. Para los
más veloces y los más audaces está toda la fiesta. Para
los de abajo, está toda la desgracia. Se van a quedar con el humo del
caño de escape, o del mofle. ¿El mofle, es?
El que corre se quedará con el horizonte adelante y toda la velocidad
y toda la luz. Responsable de que el hombre se de cuenta, fundalmente es la
publicidad.
Pocos publicistas, en el mejor sentido de la palabra, hubo como Jesús.
Cuando Jesús se trepaba al monte a contar el verdadero programa de la
vida como dijo un sacerdote en Tulancingo que es el Sermón de la Montaña.
Hoy nosotros nos trepamos en un programa de televisión, o alguien se
trepa en un cartel para vociferar algo que es mejor que lo que la gente estaba
usando.
Creo que es la gran tarea… aceptar ser el protagonista. Ir marcando y
abriendo camino. No nada mas espectador.
La politica: un deporte menor y nocturno
La propaganda… eh!, claro!, ahí esta bien la palabra. En
la política no se puede hacer publicidad, se puede hacer propaganda.
La política es un arte menor. No es un arte perdón estoy
siendo muy generoso. Es un deporte menor y nocturno. La política
existe, porque hay una mayoría que no decide por sí mismo.
El individuo no necesita la política. No necesita que nadie lo dirija.
De todos los sistemas que conozco, yo sigo prefiriendo el sistema solar.
Regido por él, mi vida será omnipotente, porque soy hijo
del omnipotente. Si yo tomo conciencia que todos y yo somos hijos, solamente
que el que la va a gozar es el que sabe, porque se siente totalmente seguro.
A la política solamente se le puede vociferar, porque a la masa
solamente se le puede convencer en forma altisonante, y con toda la demagogia.
Lamentablemente los gobiernos se rigen por la mayoría. Digo lamentablemente,
porque la mayoría va a votar, y como la mayoría no esta preparada
para elegir bien, va a elegir siempre al mediocre. Y por eso nunca hay
gobiernos inteligentes en ningún país del mundo, bajo ningún
punto de vista. Puede suceder que en algún país, con una
cierta cultura, la elección sea un poco mejor. Pero no sé en
cuál.
A la política se le debe gritar. La propaganda es gritar. La publicidad
es superior. Yo no puedo defenderte bajo ningún punto de vista,
eligiendo por tí y exigiendo por tí. Pero sí te puedo
sugerir, como es el arte, otra forma de la publicidad. El arte no es narrar
el árbol como es, porque ya está creado. El arte es que yo
te narre lo que me sugiere el árbol. Que mediante esa sugerencia,
metafóricamente, te acerque a esa realidad que es el árbol.
Con esto pasa igual. Creo que hay política, porque hay masas. Hay
masa porque no hay individuos. Claro, y eso es obvio, al no haber individuos,
no hay vida. La masa es una abstracción, es una vaga nube en una
especie de smog, que ha dificultado constantemente la evolución
del ser humano, que ha dificultado la obra de unos pocos que han trabajado,
como muchos sin que se den cuenta que era para ellos toda esa obra.
Si los creadores se pusieran en huelga el
mundo moriria de hambre
La mayoría hace lo que no le gusta; por lo tanto se está estafando
a sí misma. Es tan colonialista, como los colonialistas, o los que
abusan. Un hombre que hace lo que no ama, no tiene derecho a compartir
nada con un hombre que hace lo que ama. ¡Nada! Por eso el único
privilegio que tiene es la tristeza, la nostalgia, el localismo, la posesión,
los celos... todas las aberraciones que aparecen cuando el hombre está absolutamente
fuera de sí, cuando es esclavo, ni siquiera de sí mismo,
sino de una sociedad; de una sociedad tan mediocre como él, que
no es mejor porque no ha aceptado el reto de una minoría que lo
haría mucho mejor si fuese posible que esa mayoría apoyara
lo que hace esa minoría. Hay demasiados ejemplos.
Hay pocos creadores. Ayer le decía a un periodista: "qué sucedería
el día que hagan huelga los creadores? ¿Qué pasaría
con la humanidad?" Se moriría de hambre en quince días.
Hay una minoría que hace cosas porque acepta la creación
constante, la bendita semejanza con un creador. Y te lo dice la palabra.
Y la mayoría que se exige trabajar en lo que no le gusta, sufriendo
pata ganar un peso y poder consumir lo que creó el creador. Si se
creara por sí mismo, se daría cuenta que la creación
y la vida es absolutamente gratis, y no habría que trabajar. Simplemente
hacer lo que uno ama, y eso no es trabajo. Eso es una bendición.
Ahí creo que está la felicidad.
La importancia de que la gente sepa que
es la publicidad
Me gusta la idea(N. de R. aquí Facundo se refiere a la labor de
creatividad como revista especializada), de que la gente sepa qué es
la publicidad. Es otra forma de arte. Como hace algunos años se
comenzó a aceptar la fotografía como otra forma de arte.
La publicidad no es un mero oficio al servicio del consumo, nada más.
Es un arte. El consumo también es un arte si uno sabe elegir. Porque
yo puedo consumir Modigliani, y puedo consumir cultura, que es un arte,
y puedo consumir un buen vino que es un placer, y el placer es una de las
cosas fundamentales de la belleza. La belleza es un arte. El hecho sexual.
Puedo consumir la sed, a nivel sexual exclusivamente, porque estoy preparado
o sensibilizado, y lo voy a hacer con una mujer que esté preparada
y sensibilizada. Entonces es el mejor comercio que puede existir, al mejor
nivel.
Que la gente conozca que hay otra cosa detrás de un cartel, es
absolutamente importante. Porque entonces, cuando conozca lo que hay detrás
de un cartel, es posible que al saber eso, también mañana
conozca lo que hay debajo de su chaqueta. Es muy posible.
La publicidad puede lograr que esta sociedad
sea una fiesta
Un individuo que se desnuda ante la sociedad, está mostrando más
que toda la humanidad. Un individuo que levanta la voz, está hablando
por todos los hombres. Porque no somos tan diferentes, en el último
de todos los casos. En el primero sí. Es lo que dice la vieja canción:
una mujer que duerme sola, es la verguenza de todos los hombres. Y hasta
que haya un solo hombre que siga viviendo en la sombra, todos los hombres
están condenados a ser profetas. Y uno de los caminos, claro, es
la publicidad. Pero si la gente no conoce que detrás de la publicidad
hay todo un motor de una creación absoluta, nunca va a tener respeto
por la publicidad; nunca va a saber de qué se trata. Un cartel no
es solamente un cartel, es un llamado de atención, es un ser vivo,
que está pregonando algo, está vivo. Quizás a lo mejor
el espíritu de ese cartel sea mucho mejor que mucha gente que está caminando.
Es muy posible.
Si todo mundo vociferara lo que es, o anunciara lo que quiere anunciar,
nos conoceríamos todos perfectamente, y no existiría la hipocresía,
y esta sociedad sería una fiesta. Uno de los responsables, el día
de mañana, de que eso pueda suceder, quizás fundamentalmente,
sea la publicidad. Estoy totalmente convencido.
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